Barcelona
es la ciudad cuyo horizonte tiene la colosal obra de Gaudí: El Templo de la
Sagrada Familia.
El exterior es espectacular, todavía se encuentran grúas alrededor del templo, pero son evidencia de que la construcción sigue y avanza. La Sagrada Familia tiene millones de símbolos y si no se observan con detalle, pueden pasar desapercibidos.
Vale la pena detenerse en las fachadas
de este templo que finalmente serán cuatro: La del del Nacimiento, La de la Pasión, La de la
Gloria y La del Ábside.
Hoy se distinguen principalmente 2 de ellas
que son muy
diferentes una de la otra.
La
fachada del Nacimiento (también nombrada fachada de la Vida, Gozo y/o Navidad)
Esta parte del templo recibe la luz del
sol durante la mañana (el sol que “nace”).
Es una fachada llena de naturaleza,
hojas, plantas, árboles y muchos animales.
Entre todos estos elementos se puede
distinguir la escena del nacimiento de Jesús, de ahí el nombre de esta fachada.
La puerta de esta sección tiene apenas unos
meses de haber sido colocada. Es un puerta labrada en colores verde y rojo,
representando muchas hojas de plantas. Si se analiza detenidamente,
entre las hojas se aprecian diversos tipos de animales e insectos.
Es una fachada saturada, imponente,
colmada de formas y definitivamente una celebración a la vida.
La
fachada de la Pasión
Esta otra parte del templo recibe la
luz por la tarde, es decir, los últimos rayos del sol. Esta sección fue
realizada con las indicaciones que Gaudí dejó. Recibe su nombre justamente
porque representa la Pasión de Jesús: sacrificio y muerte.
En contraste con la fachada del
Nacimiento, ésta no tiene vida ni vegetación; es un fondo más bien limpio y
liso (como desolado) que hace que se distingan las 12 estaciones del Vía Crucis.
Uno de sus elementos más distintivos es
el cuadro mágico que cuenta con 16 números (ordenados 4x4). Al sumar 4 de estos
números de manera vertical, horizontal, diagonal, o números juntos que forman
un cuadro, el resultado siempre será el mismo: 33. Número que representa la
edad de Jesús al morir. Este cuadro mágico se encuentra cerca de la puerta del
Templo de esta fachada, junto a la escena del beso de Judas.
La fachada de la Pasión es sobria y solemne, cual debe ser.
Interior del templo
¿Por dentro? Hoy se trata de un
santuario en toda la expresión de la palabra, con un entorno
cálido y acogedor.
Sobresale la imponente altura de las columnas que se
convierten en árboles que albergan a los visitantes.
Sin importar qué religión se profese,
la limpieza de sus líneas y la luz de sus ventanales la convierten en un lugar
de paz para cualquier persona.
Los colores del interior van cambiando
con la iluminación del día. Por la mañana la luz que se cuela por los vitrales
nos regala tonos naranjas, amarillos y rojos; por la tarde azules, verdes y
morados.
Éstos pintan las columnas y hacen que
la naturaleza del interior sea aún más real.
Cuesta trabajo creer que esto comenzó a
construirse en 1883 y que hoy, 131 años después, pueda transmitir tranquilidad
y asombro.
Con más de 22 tipos de piedras, cada columna toma personalidad
porque tiene su propio tono y un exclusivo diseño.
Dentro de este conjunto de coloridos claroscuros
está el mundo que el arquitecto concibió para conectarnos con nuestra fe.
Gaudí dedicó muchos años de su vida en
este templo y apenas vio una pequeña parte terminada. Gracias a quiénes han
podido interpretar y seguir su sueño, hoy vemos esta hermosa construcción
levantándose a través del tiempo.
“La Sagrada Familia no es la última de las
catedrales. Es la primera de una nueva serie.”
Antoni
Gaudí
Más
info: SITIO SAGRADA FAMILIA
Por: Redacción.
COMENTA AQUÍ: