Desenamorarse es el resultado de una acción cerebral. No quiere decir que las personas dejen de querer de un momento a otro, así no más. Lo que sucede es que el cerebro experimenta, al cabo de unos años de haberse prendado locamente de otra persona, una drástica reducción de las sustancias químicas que incentivan ese amor ciego o pasional, e inhiben el juicio crítico relacionado con las emociones negativas.
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En ese momento, cuando por fin se está ante un panorama claro, real y sensato, los "desenamorados" se enfrentan a dos opciones: decir adiós a su pareja o luchar por construir con ella un amor verdadero.
Para entender las causas de
ese desencanto hay que comprender primero qué pasa por la cabeza de un enamorado,
pues en ambas situaciones es el cerebro el que decide.
"El enamoramiento es un estado casi
demencial"
Asegura Georgina Montemayor, investigadora de la Universidad
Autónoma de México (UNAM), especialista en lo que se conoce en la ciencia como
el 'cerebro enamorado'.
"El enamoramiento es un
programa que tiene el cerebro. Y es tan potente que podemos decir que es un
estado de demencia temporal", no permite tomar decisiones razonables ni
hacer juicios de valor.
Ella se refiere a lo que pasa
en la cabeza cuando las personas se enamoran: se activa la dopamina, hormona
relacionada con la felicidad y el placer, que impregna el cerebro y llena a la
persona de una deliciosa sensación de amor, bienestar y obsesión por el otro,
relacionada con una intensa atracción y actividad sexual.
Varios estudios científicos
han establecido que, cuando una persona está enamorada, pasa el 85 por ciento
de su tiempo pensando en el otro.
La dopamina acelera las frecuencias cardiaca
y respiratoria, y es, en pocas palabras, la responsable de las 'mariposas en el
estómago'.
El amor no es eterno y es lo
tiene muy claro Montemayor. Por eso asegura que esa sensación puede durar entre
uno y cuatro años. No más. Y cuando se
acaba ese amor loco, el cerebro humano vuelve a experimentar una función
química.
"Nos damos cuenta de que
esa no es la persona con la que queremos compartir el resto de la vida.
Empezamos a ver esos defectos que, por estar enamorados, no veíamos o no queríamos
reconocer", señala.
El neurólogo Leonardo
Palacios, decano de la facultad de medicina de la Universidad del Rosario y
experto en la neurobiología del amor, resume así lo que pasa cuando la gente se
desenamora:
"El desencantamiento ocurre cuando el cerebro hace que la
dopamina baje de manera brutal; entonces, aterriza, vuelve a la realidad y hace
que la persona sienta que el amor ha desaparecido", explica Palacios.
En ese punto la persona debe
pensar, ahora sí con cabeza fría, si sigue o no con su relación. Si la
decepción es tan fuerte y las diferencias son innegociables, no hay vuelta
atrás. Pero si se decide dar un paso
adelante, para construir una relación sólida, es necesario comprender que el
otro definitivamente es la media naranja y la persona con la que queremos
construir un proyecto de vida en común: un hogar, unos hijos o un
patrimonio.
En ese proceso también
interviene el cerebro. Según Palacios, en la construcción del amor verdadero se
disparan dos hormonas: la oxitocina, conocida como la sustancia química del
abrazo, la que nos hace experimentar sensaciones de bienestar a largo plazo, y
la vasopresina, que es la hormona vinculada al apego.
Ambas sustancias, sumadas a la
decisión de construir una vida en pareja, permiten que se disfrute de cosas
sencillas, como caminar de la mano por un parque, más allá del desenfreno
sexual.
Pero, ¿es posible evitar el
desenamoramiento? "Claro que se puede prolongar el amor", responde
Palacios al explicar que la dopamina se puede mantener en un buen nivel si, en
la relación, ambos luchan por mantenerse enamorados, evitan la rutina y no
descuidan nunca los detalles.
"Que una pareja siga
enamorada, depende de su originalidad", concluye.
'No botar la toalla'
No salga corriendo cuando
sienta que ha dejado de amar. Eso lo recomienda la psicóloga y terapeuta de
pareja Martha Lucía Palacio, quien considera que en estas situaciones es válido
tomarse un tiempo para reflexionar.
Puede ser un tiempo solo, de
encuentro personal, o un tiempo en pareja, para redescubrir al otro, como un
viaje improvisado. Esta especialista considera que una mirada profesional puede
ser de gran utilidad, pues en muchos casos no siempre se trata de situaciones
incorregibles.
"A veces no es
desenamoramiento: el amor se anestesia y hay que despertarlo"
Afirma
Palacio y concluye que ese desencanto hay que tratar de superarlo evocando las
experiencias vividas y valorando al otro más allá de los impulsos que surgen al
comienzo de la relación.
Con información de: eltiempo.com
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Comentarista de Turismo Mundial.
Dedicado a reseñar destinos e industria turística
Geek, Fundador de la agencia SONAR MKT Digital
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